Resulta difícil imaginar a una cantautora que tras haber conseguido el éxito se diga ajena al fenómeno que representa. Baste saber que Buika logró que su anterior disco Mi niña Lola superara las 70 mil copias vendidas en España y que ella nunca lo ha escuchado.
“Yo grabo el disco y ya, los dos últimos años de mi vida han sido de desamor, de un sentimiento muy feo, y para poder estar bien, para seguir sin odiar y para no volverme loca he compuesto mis canciones, pero esos temas ya han hecho su trabajo en mí, me han ayudado a digerir lo que me ha pasado, una vez que las he grabado ya no son para mí, ahora están para ayudar a alguien más”, confesó la cantante en entrevista telefónica desde Madrid.
Ese desapego a su propio material se refleja en la charla. Concha Buika, la intérprete originaria de Palma de Mallorca y con ascendencia de Guinea Ecuatorial creció entre gitanos. De ellos aprendió a dar forma a las canciones que la han colocado como el referente de un género que mezcla el flamenco con el soul y el jazz.
Sin embargo ella no lo sabe o prefiere no saberlo. “Canto lo que me pasa y cuento todo lo que vivo por si esos temas pueden ayudar a alguien más, a mí me han ayudado y me ha salvado la vida escuchar las letras de José Alfredo Jiménez y las canciones de Billy Holliday; por eso no puedo ser egoísta con mis vivencias, tengo que compartirlas con mi gente y eso me hace que no me duela tanto y a ellos a lo mejor los alivia. Yo canto para mi tribu”, explicó.